"Yo soy Ramayá"
Juan Herrera Villanueva, cantante de Soleda, destaca su aporte desde su voz a una cumbia que evolucionó con Pedro Beltrán, el que se quedó con el apodó de Ramayá.
Por Nilson Romo Mendoza
Juan Herrera Villanueva (Soledad 1950) saca su pasaporte y el carné de afiliado del Sindicato Nacional y nos recuerda que es uno de los hijos talentosos e “iconos de la cultura” de este municipio. Un cantante y compositor, que ahora camina con bastón por una ceguera y un glaucoma hacia la tercera edad, la voz, la memoria y la creatividad no aflojan.
“No estoy en la miseria como escribió recientemente un periódico”, aclara para asegurar que cuatro de sus 11 hijos, 3 de los cuales fallecidos, no lo abandonan. “Lo que hago es cantar a quién me lo pida, sea un amigo político o un funcionario, si es un cumpleaños lo hago de forma diferente. Me gusta componer canciones, no las escribo, las canto”.
Pura cumbia.
Herrera Villanueva evoca que fue uno de los cantantes de Pedro “Ramayá” Beltrán, con la Cumbia Moderna, con Efraín Mejía, de la Cumbia Soledeña, con los que viajó por Colombia y varios países del mundo entre los años 70 y 80. Con otras como los Pregoneros de Soledad y orquestas como Siglo XX. “Soy el único cantante soledeño que ha grabado cumbia en español, papiamento, francés y africano”.
En 1975 con el éxito de Ramayá, cantando por Simone el Africano, y visto en el Show de Jorge Barón en televisión en blanco y negro, Juan Herrera quedó fascinado, aprendió la letra y la cantó.
El 14 de julio de 1976, cuenta Herrera, la voz de la agrupación de Pedro Beltrán se disponía a grabar en los estudios de disco Tropical en la Vía 40, y mientras jugaba a "bolita uñita" con los hermanos Racedo, dos niños que hicieron coros en aquella producción, fue invitado como una de las voces principales.
Juan en su relato notó que había una fascinación por escuchar a los niños. De ellos admite han salido improvisadas e inéditas canciones.
“Eduardo Dávila me dijo: ¿Hey loco tú te sabes esa vaina?
Cuál vaina, le respondí.
"Yo de loco no tengo nada. Se refería a la canción de Simone".
Cuál vaina, le respondí.
"Yo de loco no tengo nada. Se refería a la canción de Simone".
Herrera reconoce que su picardía y creatividad gustaba en la Cumbia Moderna, pero no su voz con acento bolerista y salsero que aprendió en su infancia con los discos que escuchaba su madre.
Su niñez son un triste recuerdo, por sus travesuras, por el abandono de su padre a su madre, una mujer que de ella aprendió las composiciones de los boleros.
“La canción de Simone adaptaba a la cumbia empezaba con la flauta y cambiaba el tono de do mayor a fa menor. No comenzaba con el coro de /Ramaya, cucucu ramaya/ sino con una instrumentación. Y después la voz que la puse yo. Fue un éxito nacional en Cali, Bogotá y en las fiestas Novembrinas en Cartagena. De ahí nació Ramayá. Yo soy Ramayá. Pero el que ha quedado es Pedro”.
La versión de Pedro. "A comienzos de los años 70, cuando la música africana sonaba en las esquinas picoteras. Pedro Beltrán sintió que esas melodías eran posibles en su caña e’ millo. Seguía su fonética, repetía las letras sin entender jamás su significado. “Imitaba lo que decía el cantante y me salía igualito, cogía “el millo” y le metía unos pitos bien buenos pa’ que sonara más de acá de la tierra, como una cumbia, un porro”, dice Pedro con una alegría contagiosa.
Juan y dos niñas soledeñas que escuchan su canto.
Las composiciones de Juan Herrera están relacionadas con el día a día, con los niños como fuente de inspiración. En observarlos y escucharlos. Alguna vez le inspiraron para componer sin que hayan sido grabadas a las crisis del agua en Soledad, al chismoso de la calle, al "muelero", calificativo para aquella persona astuta que se aprovecha de invitaciones de un amigo para no sacar ni una moneda del bolsillo.
Alguna vez estaba bajo el amparo de una sombra de árbol de almendra en un mediodía con un sol de justicia, escuchó la conversación de dos niños que criticaban a un vecino que sentado en una mecedora "chismoseaba" a todo el que pasaba. Ahí nació una canción.
Pero la cumbia siempre cercana como la que escribió en homenaje a la danza y la Plaza de Soledad.
Los niños son los que lo anima a proponer, en medio de una crisis cultural en su municipio, para que la cumbia perdure. “Hay que crear escuelas de música y cumbia, porque en Soledad no las hay. Quiero enseñar a los niños lo que aprendimos de maestros como Desiderio y Alejandro Barceló, creadores de la Cumbia Soledeña a finales del siglo XIX”.
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